
RENÉ QUINTON
René Quinton nació el 15 de diciembre de 1866 en Chaumes, Brie (Francia). Hijo de un médico y alcalde de la ciudad, Quinton no recibió formación científica particular alguna, sin embargo como muchos grandes hombres de la historia, fue un autodidacta sumamente culto que estaba al tanto de los principales avances y descubrimientos científicos de su época.
Después de estudiar letras y hacer algunos cursos en el Museo de Historia Natural, comenzó su peculiar y genial carrera en el ámbito científico que revolucionó los paradigmas de la época.
La academia de ciencias francesas no dudó en decir que después de Darwin, nadie sino Quinton había hecho aportes tan relevantes en el campo de la biología. Sin embargo, sin ánimo de entablar batalla conta nadie, demostró al mismo Charles Darwin que "la vida no se somete al medio, sino al contrario, es el medio el que se somete a la vida, a la célula".
Enfermó de tuberculosis, pero al haberse trasladado una temporada a vivir junto al mar y curarse, descubrió que la composición química del agua del mar es muy semejante a la de la sangre de los vertebrados, retomando así los trabajos del célebre fisiólogo Claude Bernard.

De esta forma nació el célebre "Plasma de Quinton", utilizado en los dispensarios marinos que él mismo creó para salvar miles de vidas en diversas ciudades francesas y extranjeras.
Hacía 1897, en el laboratorio de Fisiología y Patología de estudios Superiores del Colegio de Francia, sustituyo toda la sangre de un perro callejero por agua de mar isotónica (diluida con agua dulce en una proporción de 2/3 agua del mar por uno dulce). En apenas unos días, el organismo del perro volvió a reproducir los glóbulos y plaquetas que convierten el agua marina en sangre. El animal se recuperó completamente.
Louis Pasteur acababa de morir (1895) tras haber desarrollado su trabajo basado en el ataque a los microbios invasores. De ahí surgieron las vacunas y los antibióticos, el negocio de las farmacéuticas en la medicina moderna.
Sin embargo, el mismo Pasteur había reconocido en su lecho de muerte que "el terreno lo es todo". Quinton ya tenía claro con antelación, que para vencer a la enfermedad, todo lo que había que hacer era reforzar "el terreno", el medio interno de la persona, esencialmente agua de mar, pero "isotónica".
Al tomar agua del mar o al sernos inyectada, nuestro medio interno recupera su poder. Y en un medio interno correcto ya no hace falta perseguir a los microbios nocivos, porque allí ellos no pueden prosperar. El suero marino da fuerza biológica a la célula para oponerse a la mayoría de las enfermedades.
En 1975, en el Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna, sellevaron a cabo experimentos con varios perros similares a los de Quinton, bajo los Protocolos de la Comunidad Europea, con agua isotónica. Los resultados fueron satisfactorios y lo perros se recuperaron perfectamente.
Con ello se demostró que el agua del mar, que contiene los 118 elementos de la tabla periódica, es más eficaz que el suero artificial. Durante la Primera Guerra Mundial, el ejército francés empleó agua de mar para compensar la pérdida de sangre de los heridos en combate.
En 1904 Quinton publicó el libro "El agua de mar, medio organicó", el cual despertó un gran interés en todo el mundo. Pronto empezó a abrir sus dispensarios marinos en París, Montpellier, Lyon, Londres y Egipto y hubo hospitales que se adhirieron al método marino.
El éxito fue fulminante. Las inyecciones de agua de mar isotónica aplicadas a los lactantes en los dispensarios marinos, se contaban por miles. Los médicos prescribían las inyecciones y Quinton alcanzó enseguida la fama.
Los problemsas de salud de los bebés y los niños eran mucho más abundantes que hoy en día. La mayoría de ellos relacionados con la desnutrición. Utilizando ls virtudes del agua del mar, Quinton contrubuyó de forma decisiva a reducir la mortalidad infantil, salvando a mile de niños de una muerte segura.
También trataba a los adultos muchos de ellos desahuciados por los médicos a los que lograba curar simplemente con un tratamiento de agua del mar. Los principales casos eran tifus, cólera y diarrea, la tuberculosis, los niños prematuros, la anorexia, enfermedades de la piel y malnutriciones graves. Quinton curaba a la mayoría de ellos. Están documentados casos gravísimos a los que el tratamiento del mar los curó de forma fulminante.









En 1914, ya se habían presentado ocho tesis doctorales y originales solo en Francia sobre el suero marino. En vísperas de la Primera Guerra Munidal (1914-1918) el Ministerio del Interio francés se proponía intervenir para que las inyecciones de agua de mar fueran obligatorias en la época escolar, del mismo modo que la vacuna de la viruela... pero llegó la guerra y con ella el olvido que fue aprovechado por los detractores de Quinton que no podían asumir el hecho de que curase sin ser médico o científico titulado. Los dispensarios abiertos, fueron desapareciendo progresivamente.
Los médicos, tras apoyarle antes de la guerra, le olvidaron ya que veían en él y en sus curaciones, un peligro que ponía en evidencia el prestigio de su profesión y sus métodos de cura. Las farmacéutucas con las vacunas y fármacos despertaban de su letargo y extendieron sus garras y raíces en sus clientes favoritos, los enfermos, ocultando el poder del agua del mar, un antibiótico natural totalmente gratuito y que hubiera podido desempeñar una milagrosa erradicación de las mayorías de las enfermedades existentes por entonces y en la actualidad.
Las conclusiones de Quintos nos llevan a comprender que los organismos propio de la vida animal son verdaderos acuarios marinos en las que las células que lo constituyen, continúan viviendo en las mismas condiciones en las que se encontraba la célula primitiva.
Para comprobarlo, Quinton realiza una serie de experimentos que, entre otras cosas, demuestran que los glóbulos blancos sobreviven perfectamente en el agua del mar, lo cual hasta la fecha, no se ha podido lograr en ningún otro tipo de medio, incluyendo el suero, que básicamente está compuesto de agua y cloruro de sodio.
Básicamente postuló que la vida se originó en el mar, y que cada cuerpo humano es como un pequeño océano en el que flotan las células. Si este océano interior mantiene sus condiciones físicas (es decir, su ph, salinidad, temperatura, etc.) similares a las primigenias, el conjunto del cuerpo se mantiene en un estado de equilibrio natural, que es lo que llamamos salud.
Y al contrario, si se presenta una carencia o un desequilibrio en estos factores, se dificulta (o llega a impedirse) el funcionamiento normal del conjunto del organismo, que es el estado al que llamamos enfermedad.